Al continuar con la secuencia de la serie “La revolución de los sistemas de gestión impuesta por Omniera”, veremos de qué manera las impresoras 3D revolucionan la comercialización de los productos personalizados y exclusivos, cómo le dan lugar a los startups para competir con las grandes industrias consolidadas y de qué manera la llegada de estos equipos impacta en la gestión y la evolución de los negocios.
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Las impresoras 3D son los equipos que prometen imprimir cualquier cosa. Estas impresoras pueden leer un archivo con formato de impresión en tres dimensiones y, de esta manera, permiten crear distintos tipos de objetos y cosas, como instrumentos musicales, prótesis humanas, chocolates, juguetes, incluso autos y casas.
La tecnología no es reciente, ya que la primera versión de la impresora 3D se construyó en 1984. Su inventor fue Chuck Hull, un norteamericano del estado de California, que utilizó la estereolitografía –tecnología precursora de impresión 3D– para crear la primera impresora de este tipo. Chuck Hull desarrolló la tecnología de lo que luego se convertiría en la impresora 3D en 1983, cuando solo tenía dos funciones principales:
La creación de las lámparas para solidificar resinas, que fue el primer objeto que la impresora elaboró.
La confección de las partes plásticas de forma rápida, ya que el proceso tradicional llevaba entre seis y ocho semanas debido al desarrollo y perfeccionamiento de los moldes, que se ajustaban varias veces por los problemas en la manufactura.
Cuando la primera impresora 3D pudo realizar las dos tareas citadas antes, Chuck Hull entendió que la función de crear partes plásticas a partir de un dibujo técnico, en lugar de invertir el tiempo y el dinero en crear un molde que necesitaría muchos ajustes, representaría una gran diferencia competitiva en la industria. Entonces centró su invento en esa solución.
El gran desafío en aquella época era el costo de la fabricación del equipo. En la década de 1990, por ejemplo, la compañía 3D Systems Corp., que fue creada por Chuck Hull, vendía una impresora 3D por aproximadamente un millón de dólares. Veinte años más tarde, en el 2010, gracias al avance de los métodos de impresión y las mejoras significativas en los costos de producción, las impresoras 3D se hicieron más viables para la mayoría de las empresas. Se cree que en el año 2020, los consumidores finales podrán comprarla para utilizarla a diario.
En la actualidad, las impresoras 3D se utilizan en la producción industrial aeroespacial, automotriz, en la tecnología médica, los bienes de consumo y en el desarrollo de proyectos de investigación en algunas universidades.
La impresora es versátil y permite proyectar piezas grandes, medianas y pequeñas para las empresas automotrices, por ejemplo. De una manera simple, se puede crear todo a la perfección, porque el sistema de estas impresoras combina las impresiones tridimensionales a gran escala con una gran paleta de materiales, velocidad de impresión acelerada, alta resolución y bajo costo por unidad producida. De esta manera, logra alcanzar una gran variedad de aplicaciones distintas.
En algunos casos, la impresora 3D se utilizó para construir un auto. La tecnología de impresión 3D se utilizó para crear todas las piezas plásticas del exterior de un vehículo, incluyendo los paneles frontales y traseros, los paneles de las puertas, los sistemas de parachoques, los faldones laterales, los paragolpes, las máscaras del farol y otros componentes internos, como el dispositivo de retención del panel de instrumentos, además de los componentes menores. Se utilizaron también materias primas que permitieron construir un vehículo que presentara el mismo nivel de rendimiento en los ambientes de test comparado a un auto fabricado de forma tradicional.
El peso aproximado de un vehículo eléctrico equivalía a 450 kg, sin contar las baterías, y tenía una autonomía mínima de 100 km a una velocidad máxima de 100 km/h. El vehículo se terminó de fabricar en doce meses, calculados desde la ingeniería del proyecto hasta el lanzamiento del producto final. Fue un tiempo récord, que no se podría imaginar si se utilizaran los métodos tradicionales de la fabricación de automóviles.
La industria automotriz reconoce los beneficios de utilizar las impresoras 3D, especialmente en los ambientes de creación de los modelos de las piezas y accesorios. El dinamismo de una impresora 3D reduce significativamente el tiempo de creación de las piezas plásticas. En algunos casos, las piezas cuya fabricación mediante métodos tradicionales de la industria llevarían varias semanas, se terminan en unas pocas horas.
La gran diferencia es que la impresión tridimensional permite testear de manera física un proyecto o diseño técnico que solo existía en la computadora. De esta forma, algo que solo existía en el campo de las ideas se vuelve rápidamente tangible. Al utilizar una impresora 3D, es más simple ver los resultados y proponer algunos ajustes que antes solo se notaban cuando el producto estaba terminado.
La impresión 3D involucra el uso de un archivo digital conocido como modelo 3D, que se crea mediante un software de modelado que pertenece a dos categorías principales:
Los destinados a fines profesionales, que se utilizan en las áreas de ingeniería y arquitectura; y
Los softwares más simples y fáciles de usar, que son para los consumidores.
También existen los scanners 3D, que se utilizan bastante en la creación del modelo 3D. La mayoría de estos scanners se usan para fines profesionales que ayudan a las empresas a agilizar la creación del modelo 3D. Por último, existen los softwares que permiten crear el modelo 3D a partir de las fotos que incluso pueden sacarse con un smartphone.
El objetivo de la creación de un modelo que use un software o un scanner es crear un archivo 3D que contenga la información relevante sobre el objeto, como por ejemplo, sus dimensiones y tamaño.
El archivo final se lee con el software que controla la impresora 3D y divide el modelo tridimensional minuciosamente en finas capas y comienza la impresión capa por capa, desde la base hasta terminar el objeto, que es el producto final de la impresión 3D.
En la actualidad, las empresas que cuentan con impresoras 3D, como por ejemplo las industrias, utilizan estas impresoras para crear los modelos y no para la producción propiamente dicha.
En algunos años, las industrias usarán la impresión 3D para fabricar sus productos y así, los sistemas ERP podrán lidiar con esta tecnología.
Algunas compañías nacen cuando surge esta nueva tecnología. Pronto, los sistemas ERP estarán conectados a las impresoras 3D para garantizar que estos nuevos negocios se planifiquen y administren de modo que la capacidad productiva de la impresora 3D, así como la gestión de materias primas e insumos necesarios para que las impresoras concluyan las órdenes de producción, se pueda controlar directamente con los sistemas de gestión empresarial.